jueves, 19 de septiembre de 2019

ENFERMEDADES NO TRANSMISIBLES



OBESIDAD



Qué es?
La obesidad es una enfermedad crónica tratable que aparece cuando existe un exceso de tejido adiposo (grasa) en el cuerpo.

Los expertos advierten de que sus efectos más negativos se producen porque actúa como un agente que acentúa y agrava a corto plazo y de forma muy evidente patologías graves como la diabetes, la hipertensión, las complicaciones cardiovasculares (especialmente la cardiopatía isquémica), e incluso algunos tipos de cáncer, como los gastrointestinales.

"La obesidad es una enfermedad crónica porque una vez que los mecanismos se estropean cuando uno acumula grasa en exceso, realmente no se curan, siempre hay que estar vigilando”, señaló Susana Monereo, secretaria de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) durante su participación en #MásQuePacientes Obesidad.  “Es decir, que una persona que por la razón que sea se ha puesto obesa, ha perdido el control de los millones de mecanismos que le van a regular por dentro el cuerpo. Cuando eso se pierde, no se va arreglar, siempre hay que estar detrás vigilando para que ese peso no vuelva. Por tanto, la obesidad es una enfermedad crónica”.


Causas

También pueden influir los factores socioeconómicos. En algunos países desarrollados, la frecuencia de la obesidad es más del doble entre las mujeres de nivel socioeconómico bajo que entre las de nivel más alto.
Otros aspectos que hay que tener en cuenta son la existencia de enfermedades que pueden favorecer que la obesidad se manifieste. Además, algunos tratamientos farmacológicos, la falta de sueño o dejar de fumar también son factores de riesgo de la obesidad.
Por último, el estrés o etapas como la menopausia o después de dar a luz pueden coincidir con un aumento de peso que si no se trata, puede acabar provocando obesidad. 

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Síntomas
La acumulación del exceso de grasa debajo del diafragma y en la pared torácica puede ejercer presión en los pulmones, provocando dificultad para respirar y ahogo, incluso con un esfuerzo mínimo.
La dificultad en la respiración puede interferir gravemente en el sueño, provocando la parada momentánea de la respiración (apnea del sueño), lo que causa somnolencia durante el día y otras complicaciones.
La obesidad puede causar varios problemas ortopédicos, incluyendo dolor en la zona inferior de la espalda (lumbalgia) y agravamiento de la artrosis, especialmente en las caderas, rodillas y tobillos.
Los trastornos cutáneos son también frecuentes. Dado que las personas obesas tienen una superficie corporal escasa con relación a su peso, no pueden eliminar el calor del cuerpo de forma eficiente, por lo que sudan más que las personas delgadas.
Del mismo modo, es frecuente la tumefacción de los pies y los tobillos, causada por la acumulación a este nivel de pequeñas a moderadas cantidades de líquido (edemas).
Prevención
La obesidad es una enfermedad crónica que tiene un gran impacto en la calidad de vida del paciente y es un factor de riesgo de múltiples enfermedades. Según los expertos, la prevención desde la infancia es imprescindible para reducir las cifras de esta pandemia.
La prevención de la obesidad debe incluir un cambio de hábitos en alimentación y en actividad física:

Alimentación
Comer bien es uno de los pilares principales para evitar la obesidad. Entre los errores que se cometen con más frecuencia está seguir una dieta, tal y como señala Susana Monereo: “hay que evitar estar eternamente a dieta porque el efecto yoyo al final siempre acaba en obesidad. La mejor manera de acabar gordo es ponerse a dieta a destiempo, mal aconsejado y sin tener claro qué quieres cambiar en tu vida”, advirtió la especialista.

¿Cómo debe ser nuestra alimentación? El punto de partida hacia el éxito es cambiar los hábitos de alimentación y adquirir una rutina alimentaria saludable en la que seamos partícipes. Es decir, el paciente tiene que ser activo, conocer bien los grupos de alimentos y hacer una ingesta calórica adecuada a la cantidad de ejercicio que realiza a lo largo del día. Seguir este patrón de alimentación es la única posibilidad de prevenir la obesidad y en caso de adelgazar, mantener la pérdida de peso en el tiempo.

Ejercicio físico
La prescripción de actividad física debe ser la adecuada y bien ajustada a cada sujeto, ya que si no está guiada podemos caer en el error de no llegar a los umbrales de ejercicio necesarios.

Para evitar la obesidad el ejercicio físico debe combinar los ejercicios de fuerza con el trabajo cardiovascular, ya que al mejorar la fuerza también lo hará la capacidad de moverse, aumentará la motivación y la adherencia a ese programa tanto de ejercicio como de nutrición.

 Diagnóstico
Aunque hay disparidad de opiniones sobre su eficacia, la forma más común de determinar si un paciente padece obesidad es calcular su índice de masa corporal, por el cual se obtiene la cantidad de grasa corporal y, dependiendo de los resultados, cuáles son los posibles riesgos para la salud.

A partir de esto, el especialista podrá determinar si se ha producido algún daño colateral en el resto del organismo y diagnosticarlo para su tratamiento. 
Tratamientos
 El abordaje de la obesidad debe hacerse de forma multidisciplinar incluyendo una buena alimentación, la práctica de ejercicio físico, el apoyo psicológico y el tratamiento farmacológico.

LA HIPERTENSIÓN


Hipertensión Arterial

¿Qué es?

La hipertensión arterial es una enfermedad frecuente que afecta a un tercio de la población adulta. Se produce por el aumento de la fuerza de presión que ejerce la sangre sobre las arterias de forma sostenida. Es una enfermedad que no da síntomas durante mucho tiempo y, si no se trata, puede desencadenar complicaciones severas como infarto de corazón, accidente cerebrovascular, daño renal y ocular, entre otras complicaciones. Se puede evitar si se controla adecuadamente.



¿Cuáles son sus causas?

Se desconoce el mecanismo de la hipertensión arterial más frecuente llamada “esencial", "primaria" o "idiopática" aunque existen factores que suelen estar presentes en la mayoría de las personas que la sufren. La herencia (padres o hermanos hipertensos), el sexo masculino, la edad, la obesidad, la ingesta de sal, el consumo excesivo de alcohol, el uso de algunos fármacos (incluso los de venta libre) y la poca actividad física o sedentarismo determinan la hipertensión.

¿Cómo se hace el diagnóstico?
La única manera de detectar la hipertensión es su medición. Muchas personas tienen la presión arterial elevada durante años sin saberlo. Existen dos medidas: la presión arterial sistólica (PAS) o máxima y la presión arterial diastólica (PAD) o mínima. Se considera presión arterial alta (hipertensión) cuando dicha medición máxima es mayor o igual a 140 y la mínima es de 90.

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¿Cómo es el tratamiento?
La hipertensión, en la mayoría de los casos, no puede curarse pero si puede controlarse. Para lograrlo debe seguirse un tratamiento regular de por vida para bajar la presión y mantenerla estable. La medicación es sólo una parte de ese tratamiento. El médico también suele recomendar, si es necesario, una alimentación saludable para perder peso, no abusar del consumo de sal y alcohol y la importancia de realizar actividad física con regularidad.

Consejos para la persona con hipertensión:
-Reducir el peso corporal si tiene sobrepeso.

-Reducir el consumo de sal a 4-6 gramos al día.

-Reducir la ingesta de alcohol, que en las mujeres debe ser inferior a 140 gramos a la semana y en los hombres, inferior a 210 gramos.

-Realizar actividad física como pasear, correr moderadamente, nadar o andar en bicicleta, de 30 a 45 minutos, un mínimo de 3 veces por semana.

-Reducir el consumo de café.

-Consumir alimentos ricos en potasio como legumbres, frutas y verduras.

-Abandonar el hábito de fumar.



-Seguir una alimentación saludable rica en ácidos grasos poliinsaturados (pescado, maíz, soja, girasol, calabaza y nueces) y pobre en grasas saturadas (patatas fritas, productos de pastelería y grasa vacuna).